By tuomas ikonen |
Para decirlo de una vez, fui de esos niños de oído fino cuya formación intelectual se halla ya terminada en el momento del nacimiento y a los que después sólo les falta confirmarla. Y si en cuanto embrión sólo me había escuchado imperturbablemente a mí mismo y había contemplado mi imagen reflejada en las aguas maternas, con espíritu tanto más crítico atendía ahora a las primeras manifestaciones espontáneas de mis padres bajo la luz de las bombillas.
Es un niño — dijo aquel señor Matzerath que creía ser mi padre —. Más adelante podrá hacerse cargo del negocio. Ahora sabemos por fin para quién trabajamos.
Mamá pensaba menos en el negocio y más en la ropita de su bebé: —ya sabía yo que iba a ser un niño, aunque alguna vez dijera que sería una nena.
Así tuve ocasión de familiarizarme tempranamente con la lógica femenina, y enseguida dijo: —cuando el pequeño Oscar cumpla tres años, le compraremos un tambor.
Gritando pues por fuera y dando exteriormente la impresión de un recién nacido amoratado, tomé la decisión de rechazar rotundamente la proposición de mi padre y todo lo relativo al negocio de ultramarinos, y de examinar en cambio con simpatía en ese momento, o sea en ocasión de mi tercer aniversario el deseo de mamá.
Al lado de esas especulaciones relativas a mí futuro, me confirmé a mí mismo que mamá y aquel padre Matzerath carecían del sentido necesario para comprender mis objeciones y decisiones y respetarlas en su caso.
Solitario, pues, e incomprendido yacía Oscar bajo las bombillas, habiendo llegado a la conclusión de que aquello iba a ser así hasta que un día, sesenta y setenta años más adelante, viniera un corto circuito definitivo a interrumpir la corriente de todos los manantiales luminosos; perdí en consecuencia el gusto de la vida aún antes de que esta empezara bajo las bombillas, y sólo la perspectiva del tambor de hojalata me retuvo en aquella ocasión de dar a mi deseo de volver a la posición embrionaria en presentación cefálica una expresión más categórica.
GÜNTER GRASS. El Tambor de Hojalata
GÜNTER GRASS. El Tambor de Hojalata
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